lunes, 21 de enero de 2008

Que día el de ayer.

Todo comenzó como un deseo de mi hermana Mariana de reunir a la familia, aprovechando de que estaba muy fresco el recuerdo de los acontecimientos vividos en la última reunión de Capitán Pastenes. Decidió que la mejor manera de atenderlos era con Ñoquis preparados con salsa de costillar.

Para ello, el día anterior realizamos las compras en el súper en compañía de Amparito, y desde ya fue grato para mi compartir estos felices días con mi hermana menor, con la que compartí mi infancia y crecimiento, por lo que esos momentos escasos, los he disfrutado en silencio para tratar de capturarlos y que permanezcan en mi memoria de la mejor manera posible. Ese día, ella se fue con nosotros, a mi casa, y nos dormimos tarde después de conversar algunos traguitos.

Muy temprano en la mañana, la cocina a leña rugía con el fuego atizado en su interior, con la enorme olla de aluminio sobre ella, llena de agua, mientras preparábamos el desayuno y me las arreglaba para terminar de estudiar algunos temas pendientes que tenia que dejar listo antes de que llegaran las visitas.

No se como pero me las arreglé. Termine de estudiar a la vez que corría a ayudar a moler papas o amasar, cambiar ollas y fondos, o avivar el fuego y conversar alegremente con mi hermanita, la que a cada rato me parecía mas cercana, mas parecida a la imagen de infancia que de ella tengo y luego vamos leyendo y ayudando, y así se nos fue la mañana.

Y el tumulto de gente fue llegando y nos sorprendió en medio de los humeantes e hirvientes fondos repletos de masitas que había que irlos retirando inmediatamente con un gran cucharón para colarlos y ponerlos en otra olla en donde de inmediato Marianita los iba mezclando con la magnifica y muy abundante salsa hecha con tomate San Marsano, albahaca y costillar de chancho que ya estaba cocinada.

Ese momento fue sorprendentemente grato, porque una vez más como en los juegos infantiles, estábamos codo a codo trabajando y me recordaba aquellos largos años en que permanecí en cama enfermo, era ella la que me ayudaba a construir mis mundos de fantasía infantil, tal como lo estábamos haciendo en ese momento, no importando el calor que nos rodeaba proveniente de los vigorosos fogones encendidos ni el sudor que me bañaba; estaba feliz cocinando y mezclando los ñoquis mientras uno a uno los numerosos invitados iban llegando y se acercaban a saludar en medio de el humo y el vapor, no pudiendo evitar una mirada libidinosa a cerro de ñoquis con salsa que crecían mas y mas , despidiendo su exquisito y humeante aroma.

Llego luego Nelson con la Verito, Nelsito y Sebita, y se sorprendió de que yo estuviera en su lugar en la cocina, y resignadamente tomo el lugar al que por estos días el mismo me tiene relegado y que consiste en abrir botellas de vino y que no falte en los vasos. Ahí se dio cuenta que esa, mi humilde función habitual, no es tan sencilla como parece porque varias veces tuve que reclamar por mi copa vacía que nadie me llenaba. Nelson con altura, como es el, reconoció con hidalguía, que la labor tiene sus dificultades. Mi dignidad estaba salvada.

Llego enseguida José con Valentina, y por un “lamentable olvido”, no llevo su jamón prosciutto, que se gano en las Toscas ¿creerá que seriamos capaces de dejarle solo el hueso?. Llego también Checho con la Toyi y la Rocío, trayendo además a mis padres, luego llego Claudio con su Abelita, Diego y la Javiera, trayendo al tío Tulio, alegre como siempre. Más temprano había llegado Nana con su Hernán, y por ultimo, Darío con Marcela y la Coquita. A esas altura el cerro de ñoquis se había duplicado, y llego el momento de servirlos.

Estaban de rechupete, acompañado por queso parmesano rayado, costillar de cerdo, ensaladas, merken, y líquidos variados, como lo demostró las numerosas repeticiones generosas que la mayoría realizó. Fue un almuerzo familiar alegre y distendido, seguido por la consabida siesta de los viejos.

Antes de almorzar, recibí una de las mayores sorpresas que me hizo emocionarme hasta el lo mas lejano de mis recuerdos junto a Amparito y que sirvió para sopesar lo que uno puede significar para otras personas, y que me harán reflexionar con cuidado los próximos días. Claudio nos traía de regalo un CD que venia grabada con solo con una canción “Siempre tu serás”, que era nuestra canción con Amparito, de los tiempos cuando me bote a lacho con ella, para lo cual me las di de trovador, para así tener llegada con ella.

De ella me enamore perdidamente, casi de inmediato apenas la conocí, por lo que apenas escuche a otros tocar esa canción, pensando en ella me la aprendí en un santiamén, y se la comencé a cantar hasta que ella cayo rendida irremediablemente en mi red, por lo que luego seria nuestra canción. Claudio me contó que tiempo atrás estuvo conversando con su hijo Joaquín, a quien le narraron las circunstancias en que yo conocí a Amparito, lo que aparentemente le gusto a Joaquín , quien se puso manos a la obra hasta que logro dar con el tema original, el cual ni yo conocía, y con este material, tuvieron la intención de darnos una sorpresa a mí con la Amparito, en la fiesta de Las Toscas, con el tema interpretado por Joaquín, pero no alcanzaron a prepararlo, por lo que solo pudieron regalarnos una copia el día de ayer. Sin embargo, lo que me resulto conmovedor es el constatar en estos gestos, el cariño y dedicación que algunas personas, en este caso Claudio con su familia, pueden tener por uno. Gracias primos, no lo olvidaremos.

Durante la siesta de los viejos, la actividad se centró en torno a la piscina, en la que las pequeñas gozaban de lo lindo, siendo este lugar una vez más sitio de las fechorías de Nelson con sus sobrinas. Parece que lanzó al agua a una de ellas, lo que le costó una guerrita con la Abelita, el resto de la tarde en donde volaban los cubos de hielo y los chorros de agua, mientras en el quincho, del cerro de ñoquis quedaban cada vez menos vestigios.

También entre los primos (nosotros) se conversaba animadamente de los últimos acontecimientos de Pastene –Las toscas, de la semana anterior, y una vez más Nelson el incansable, discurrió que seria buena idea volver a leer el discurso inaugural de aquella vez, a lo que accedí toda vez que ahí estaban mis padres y mi hermano Checho y la Vero, que no lo habían escuchado y en un improvisado momento con apoyo audiovisual incluido y con la música de Beatriz Pichi Malen, Canción Sagrada del Viento, se procedió a la lectura del texto, con resultados muy emotivos e inesperados de emoción de mis padres y sobre todo de mi hermano Sergio.

Además, como si eso fuera poco, en el día anterior Nana me había obsequiado un cuadro al óleo hecho por ella con la imagen del tío Carlos sentado en las afueras de la casa vieja de Lumaco, y por idea de Checho,, lo pusimos entre mi papa y el tío Tulio, mientras se servían sus copas de Vino tinto, lo que les produjo gran felicidad.

Por su lado, los hijos de Nelson, Claudio, José y Darío, lo pasaban chancho, juntos en su onda , sin aburrirse.

Luego vino otro de los momentos únicos que no se repetirán, y fue que mi padre que me había agradecido por la dedicatoria del discurso, se animo a recitar su poesía preferida que es “El navo nato”,la cual sorprendentemente recitó completa y sin errores. Orgullo y emoción.


Y así se fue extinguiendo la tarde hasta que a Nelson que no se le escapa nada, me recordó que yo tenia una actividad pendiente en otro lugar, por lo que casi sin tiempo, me tuve que ir en forma intempestiva, pero con el corazón rebosante de gozo por todos las acontecimientos vividos durante la tarde, y que fueron en esta ocasión catalizados por la presencia de mi querida hermanita menor aquí en Chile.


Mario Parra

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10 comentarios:

Anónimo dijo...

Tio, al leer el texto lamento el doble no poder alcanzado a asistir a este fugaz encuentro, será para la próxima, despues de todo su casa ya la considero como mia....

chao tio por la rechucha, Juan

Jose dijo...

y me hicieron volver a tomar estos desgraciados....

Muy buena la reunión Mario y tu relato fantástico.

Otra cosa muy buena: Checho, el retorno

Además, ¡salvé el prosciutto!

Lya Marcela dijo...

La Nana se ve muy bien con el lulo en la mano. Tambien tomando mate.
Están bonitas las fotos. Una envidia sana pero Mario...prepárate mira que en Marzo posiblemente tendrás visitas.
Besitos. Lya

Anónimo dijo...

Encantadisimos pues querida primita
Su casa
Mario

Anónimo dijo...

Jose: Hernan vendra en Febrero a casa
Pienso que es el momento preciso para que nos vengas a ver con tu presciutto.
No debes temer . Solo nos queremos fotografiar con el. Debes creernos.
Mario

Anónimo dijo...

Si tu no puedes venir, no importa, pero manda el prosciutto
Mario

Anónimo dijo...

Con el hueso tambien puedes hacer unos porotos exquisitos

Anónimo dijo...

que bueno que pudieran compartir ese momento ,dan ganas de vivir cerca y no perderse ninguna reunión familiar,esto hace que uno conozca y quiera mas a cada primo,tio ,sobrino...Mariana me pareció muy simpática espero que no pase tanto tiempo y podamos volver a estar juntas compartiendo otra reunión Parra.

Anónimo dijo...

ahh y no me dejo de sorprender el tio apesar de su edad la memoria no le falla, se pasó con la poesia.

Anónimo dijo...

Que bueno que lo pasaron tan bien.....
PERO INVITENNNNNNN!!!!!!!!
Nos encantan los ñoquis.
Miguel, Carolina e Ignacia