Querida familia:
El comité creativo me otorgó el honor de decir unas palabras en el inicio de esta Gran Reunión , para lo cual preparé una pequeña historia que les leeré.
Espero no resulte muy esquizofrénico.
Capitán Pastenes, 12 Enero 2008
La siembra prodigiosa
Finalmente sucedió.
Aquella saga que comenzó a fines del 1800, con la aventura colonizadora de Juan de Dios Parra, padre entre otros, de Artemón, y Leonisa con su establecimiento en estas tierras y la formación de una familia, con su crecimiento, desarrollo y posterior dispersión hacia otras tierras, completa hoy finalmente su gran ciclo, con el retorno de todas las sangres al punto de origen.
La gran espiral de los Parra, ha completado su centenario ciclo y finalmente se ha cerrado. Lo que comenzó con ímpetus colonizadores por el Parra original, se materializó en estas tierras guiado tal vez por la mano misteriosa de algún gran alquimista o un poderoso kalku, que utilizó los más apreciados ingredientes que la tierra podía entregar, para su unión, en el interior del crisol de esta cuenca Lumaquina en donde esperaban listas para ser fusionadas e integradas con la sangre nueva recién llegada, la ancestral cultura indómita del pueblo Mapuche originario, con su orgullo y rituales, sus machis, digueñes , mai mai peñi, y merkenes, junto a la sangre y cultura inmigrante de la Italia antigua, con sus clanes, su trabajo e ingenio, sus artes y pasiones, amén de pastas, pestos, prosciutto y tarantela, que entraban de este modo, en mezcla con la vigorosa sangre Chilena recién llegada con carretas y bueyes, papas con chuchocas, cuecas y guitarras, trigo, chicha de manzana, longanizas y arinados.
Así con toda esta brillante vorágine ruidosa, colorida, polvorienta y vertiginosa de elementos, pacientemente machacada, surgió la unión de Artemón y Emelina, quienes estarían destinados a realizar la siembra prodigiosa.
Tiempo después, en una soleada mañana, Artemón el sembrador, acompañado por Emelina la amada, quien era su esposa, con el fresco viento matinal acariciándoles el rostro , respiró profundamente contemplando las fértiles laderas de Rucamanque. Se volvió hacia su joven esposa mirándola a los ojos, mientras ella le sonreía, y sumergió con pasión su fuerte mano en el saco que las pequeñas, temblorosas y suaves manos de su esposa amada le entreabrían y tomó un puñado de trigo, mientras murmuraba una esperanzada oración al creador para que bendijera el fruto de la siembra que se aprestaba a realizar, y en un despliegue de voleo, rápido y amplio y vigoroso a la vez que abría su gran mano , arrojo lejos, muy lejos la semilla, mientras su corazón fuerte, latiendo con vigor, agradecía lo que le era dado .
Y el grano lanzado viajó en la distancia y en los vientos, cruzó ríos y cerros, cruzó valles y mares, y uno a uno, fueron cayendo a la tierra, en valles y en islas, cada vez más lejos , hasta que todos encontraron su lugar. Y pronto la germinación fue abundante fuerte y vigorosa, y se comenzó a multiplicar, y a proliferar por doquier, hasta cubrirlo todo... Esa noche, Artemón el sembrador y Emelina la amada, se durmieron extenuados y felices.
Sabían que el creador los había escuchado.
Hoy después de 100 años, la siembra prodigiosa ha retornado y la enorme espiral que ha arrastrando a su paso todo el torbellino de los acontecimientos que sucedieron durante parte de los tres últimos siglos, completó su primer ciclo, con un enorme trecho de distancia avanzado. En sus brazos helicoidales, pueden verse cerca de su centro los rostros familiares mas antiguos, Juan de Dios y otros Parras desconocidos, de Artemón y Emelina , por allá se ve a la tía Guille, y la tía Nicha, junto a otras figuras menos nítidas. Alejándose del centro se puede ver el tío Manuel y el tío Sergio y Daniel, pasan también los rostros de la tía Chela con el tío Raúl, la tía Eliana con el tío Víctor, tío Reinaldo tío Orlando, tío Lolo, el tío Carlos con sus ojos y sus gestos…, y el tío Upe , y el tío Hernán, tía Chita junto a la Camencha y la Teruca, con la Nanita, la Pollita y la Mayita que danza feliz y ligera junto a Davide que ríe travieso. Más rostros y figuras más y más, conocidas y desconocidas, en medio de todo tipo de ruidos e imágenes de bueyes y carretas, trigales dorados, y humeantes trenes de trocha angosta, ceremonias mapuches de la piedra andando y carreras de caballos a la chilenas, de niachis y cosechas de manzanas, reuniones del 1 de Noviembre, crecidas de ríos, y de el gitano, del Pichilumaco y del Rapaco y las luciérnagas… También observando con mas atención, alejándose de su centro se pueden ver las figuras queridas del tío Tulio , tío Mito con su Raquelita, tía Laly y la tía Nery , la tia Olga y mi viejo padre José Ricardo junto a su Tinita, mi madre, conversando con la tía Elvira… Y están también las figuras de todos los demás aquí presentes y los ausentes hasta el mas pequeño que corona el extremo más distal del brazo helicoide …Una centuria y todos girando, todos avanzando, todos entrelazados por medio de una nervadura que sostiene esta hélice constituida por canales de memoria que nos van traspasando como cuentas , a las personas y a las imágenes por las décadas y los siglos, por la vida y por la muerte.
No conocí a muchos de ellos, ni siquiera a mis dos abuelos ni a la tía Nicha ni al tío Manuel. Sin embargo están vividamente presentes en mi memoria. De algún modo hubo un salto y la memoria se transmitió. Hay pensadores que afirman esta posición, de que parte del recuerdo permanece y trasciende y se va transmitiendo incluso por varias generaciones y nos afecta.
Creo que debe ser así, de otro modo no estaríamos aquí ya que la cantidad de eventos y esfuerzos coordinados que debieron ocurrir para que este gran grupo pudiera converger aquí el día de hoy, es astronómico y eso no puede ser casual ya que requiere de una gran voluntad, para conseguirlo y no cualquier familia lo podría realizar, y este es el punto que precisamente he deseado destacar, porque tiene que ver con lo nuestro.
A los jóvenes, justamente a Uds. les dedico estas palabras , porque son ustedes el trigo más nuevo del cultivo, y como en todos los jóvenes, se que en sus cabezas priman otro tipo de memoria mas relacionado con sus intereses, que tienen que ver con sus proyectos, sus expectativas , con minas y minos, sus carretes y sus viajes, proyectos de estudio, deportes, etc etc., deben saber que en algún momento, en la medida de que se vayan haciendo mayores, si ponen atención , podrán sentir los ecos del torbellino cíclico que ha venido girando y avanzando a través de las décadas, y podrán sentir cada vez más claro que todo este flujo de sucesos antiguos , también tiene un canal dentro de ustedes porque también forman parte de él y que cuando pasen por los trances difíciles que inevitablemente toda vida tiene que afrontar, cuando tengan que escoger entre lo que es correcto o no es correcto, lo honesto o deshonesto, el trabajo o la pereza, solidaridad o el egoísmo, la perseverancia o la dejación, la lucha o el abandono , la superación o la degradación, la altura o la bajeza, lo justo o lo injusto, lo recto o lo torcido…, ahí aparecerá la memoria familiar transmitida, que surgirá desde el subconsciente, como el grito de Artemón, que indicaba que la carrera era incuestionablemente valida desde sus inicios, porque a él por su rectitud a toda prueba, reconocida por toda la comunidad, se le entregaba esta responsabilidad única, y así como el grito potente que retumbaba hasta los confines de la Araucanía , como un YAAAAA… , que se alejaba reverberando por las quebradas y cerros, al son de los caballos lanzados en medio de la polvareda, hundiendo cascos y pezuñas en la tierra en pos de la meta, así surgirá la respuesta que despejará la duda y sabrán entonces que dirección tomar, porque es la dirección de la gran espiral en la que todos vamos girando montados y que tiene que ver con el resultado de la mezcla original, surgida de la fusión de las sangres y las culturas, unido al ejemplo de rectitud y amor que nuestros ancestros imprimieron en cada uno de los granos de la siembra portentosa, que es la siembra de la que todos nosotros hemos venido.
A ustedes jóvenes, por último, les corresponderá comenzar a construir el próximo gran ciclo de esta numerosa y creciente constelación, en la que a ustedes tienen el deber de prosperar y crecer, ser cada vez mejores en la dirección señalada, porque ustedes son las estrellas más nuevas y brillantes, de esta familia estelar que aquí se ha reunido y que por eso son, lo que los Artemones y las Emelinas quisieron para todos nosotros, porque ustedes son la renovación continua y sin fin, de la siembra prodigiosa.
Estas palabras se las dedico a todos los Parra Chávez actuales y pasados y a sus parejas con quienes continuaron sembrando y en forma especial a mi padre José Ricardo, que es el hombre de poesía que debió estar hoy en mi lugar.
Muchas gracias.
Mario Parra Chaparro.