Nuestra amada Tía Eli
Esta fecha esta marcada por el recuerdo de la muerte de la Tía Eli, hace ya 12 años, justo en el día de los poetas. Poetisa en ciernes, excelente lectora, y con aquella hermosa y dibujada letra, escritora de largas y bellas cartas. De ella puedo decir que se mantuvo joven durante gran parte de su vida debido a su dedicación especial de lo espiritual por sobre lo material, pues está visto que el mundo físico se embellece con el mundo espiritual, ya que una de sus preocupaciones principales eran las labores de la iglesia, donde con aquella voz clara y potente se encargaba de las ceremonias religiosas, especialmente las de la tarde, sermón incluido, y sobre todo en el mes de María. Sus frases siempre llenas de inteligencia y con aquella sonrisa hermosa y suave arreglaba los problemas del diario vivir que podían presentarse. En cada historia había un recuerdo sobre todo de nuestros antepasados y de ahí tal vez mi interés en investigar nuestros antecedentes familiares hurgando entre los registros de la oficina del registro civil que en aquel entonces estaba en nuestra casa-quinta.
Como oficial Civil (conocida como la civila de Lumaco), era la encargada de casar y registrar los nacimientos del pueblo. Recuerdo muchos casamientos, sobre todo los de mapuches que llegaban con sus carretas engalanadas con flores y guirnaldas; la tía- un ángel sin alas- los casaba usando el protocolo habitual seguido luego de una larga conversación donde les hablaba de lo humano y lo divino, del amor y la fe como fortaleza espiritual que deberían profesarse toda la vida. Estoy seguro que muchos de aquellos matrimonios fueron felices gracias a aquellas bellas palabras pronunciadas en el momento oportuno.
Pienso en su sacrificio por vernos felices en las vacaciones de nuestra infancia, en las muchas celebraciones especialmente los cumpleaños, siempre en un acto de entrega total y cuando fue necesario y el momento de comenzar a hacer el trabajo al revés-preocuparnos de ella como ella lo hizo por nosotros-creo que las varias generaciones no fuimos lo suficiente capaces de demostrarlo.
La tía amaba y cultivaba las flores en aquel lugar cercano al pozo del agua como las rosas, las magnolias los gladiolos y sobre todo los nardos, pues decía que eran las flores predilectas de la Virgen.
Allá por el año 93-94 se fueron a vivir a Concepción (camino a Penco) pues consideraban que al trasladarse a esa ciudad estaríamos todos cerca de ellos, cosa que no ocurrió, lo que los obligó a volver a su recordado pueblo natal, pero las cosas de ahí en adelante ya no serían lo mismo.
Le tocó ser la primera de las mujeres de nuestra larga familia en dejar su forma terrenal y hoy vuelvo a sentir su ausencia y a recordarla como la mejor madrina que cualquiera de nosotros hubiera querido tener.
Era una especie de maestra de ceremonias de la casa de nuestros ancestros y tal vez la que llevaba el mayor peso en el quehacer cotidiano y ahora también, sin duda, al frente de los que ya se fueron.
Una mañana de domingo del 21 de marzo de 1999, sola y casi olvidada por aquel pueblo que había sido de los Parra y los Salazares, fue llamada por el Padre a los planos de los cielos. Ella fue, es y será un importante pilar de nuestra familia.
Nano (un histórico)
3 comentarios:
Nano: creo que todos deben saber que la tía Ely fue como una segunda mamá para muchos de nosotros. El amor que ella nos entregaba era incondicional. Su partida fue justo en el día en que se iniciaba el otoño, estación que ella adoraba. Su vida, su quehacer, su amor lo recordamos siempre.
Querida tía...te extraño y te recuerdo con mucho cariño.
Indudablemente la Tía Ely fue el eje fundamental para que nosotros aprendiéramos a querer esa hermosa tierra. Ella soportó estoicamente la visita veraniega de numerosos sobrinos inquietos.
Gracias a ello tengo hermosos recuerdos de mi estadía en su casa.
Ademas de los agradecimientos a Nano por sus bellas y atinadas palabras en recuerdo de una grande "Emelina" de nuestra familia porque trae a nuestra existencia una semblanza, también aprovecho de expresar mis agradecimientos a la Tía Ely que sigue viva en nuestros recuerdos, por su alegría tranquila, por su paciencia, por su tolerancia infinita, por su amor profundo por el Tío Víctor, por su severidad oportuna y entre otras cosas por todas aquellas rabias que yo le provoque sin lugar a dudas en mi inquietud pre-adolescente junto a los otros "secuaces", casi todos cincuentones al igual que yo.
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