sábado, 13 de marzo de 2010

Remembranza

En los días finales de febrero del 2009 fue posible para mi viajar a Concepción, en este caso con el propósito de trasladarnos a Lumaco y poder ver el estado de las sepulturas de nuestros padres, hermanos y tías de modo de cumplir con el acuerdo de sellar una parte de la historia y dejar en ese lugar del campo santo un entorno suficientemente acondicionado para que las generaciones venideras observen con dignidad la historia de la familia.

Hidalgamente, debo reconocer que esta misión recayó integralmente en Gladys, a quien reconozco su empuje y además que su gusto que obedecía a una idea original. Con anterioridad se había producido el deceso de mis hermanos Ricardo y Tulio, quedando solo Gladys y yo. Debido a mi situación de salud que me afecto varios meses del 2009 no pude estar físicamente presente y debí confiar en mi hermana menor la consecución de los objetivos por lo que la impresión que he tenido tras la visita al cementerio de Lumaco ha sido de tranquilidad y satisfacción, presiento que en este sagrado lugar esta un lugar de encuentro y oración de la familia. Donde de alguna manera puede proyectarse la vida y proyectos de las nuevas generaciones. Mi alma se lleno de paz al sentir la tranquilidad del sueño eterno de los que ya se fueron que nos transmitían su propia felicidad y solo se me ocurre agregar la palabra Sueña a través de toda la tumba.

De vuelta a Concepción con Gladys, Marcela y Juan Carlos, quienes fueron vitales en la realización del cometido, llegamos a San Pedro de la Paz y nos dispusimos a descansar con un sueño reconfortante, cuando se produjo este terremoto verdaderamente terrible cuyo epicentro como sabríamos mas tarde fue cercano a esta localidad. En el dormitorio donde nos hallábamos Gladys, nuestro sobrino Ivan y yo, sentimos el pánico pertinente mientras caían vidrios y otros elementos alrededor de nosotros. El susto de Gladys queda patente en mí cuando repetía mamita….. mamita; tal vez trayendo a la mente el recuerdo del sismo de 1939, en los cuales éramos protegidos por nuestros padres, y nosotros los menores nos ocultábamos en las “polleras” de nuestra madre, junto a algunos de mis hermanos. Me parece absolutamente comprensible la expresión “pollera”, pues es lo mismo que hacen los pollitos ante cualquier hecho que los atemorice, así mismo también recuerdo a su lado a nuestro padre imperturbable, esperando el momento postrero.

Esa imagen me trae a la mente el concepto de héroe, y en nuestra familia a mi entender existen muchos en el privilegio de mis recuerdos, pero volviendo al momento presente hago un recuerdo emocionado de los hijos de Gladys. Para este ultimo terremoto estaba yo muy lejos de los míos, pero posterior a este evento de la naturaleza todos ellos estuvieron allí, incluyendo a Eleonora que viajo desde el Sur como así mismo a José quien viajo desde Santiago acompañados por Camilita y Alvaro, ambos a las pocas horas del sismo mayor desplazándose por carreteras y caminos que fueron destrozados por este enorme movimiento sísmico, todos ellos allí estaban con nosotros y me provocaron expresar acción de gracias y es así como saque de mi bolsillo el pañuelo herencia de mi madre, nosotros los sobrevivientes de la familia Parra Chávez realizamos una bendición particular de la familia de Gladys la que extendimos a toda la familia, considerando de manera especial a nuestros hijos.


Victor Guillermo Parra Chávez

Marzo de 2010

1 comentario:

claudio dijo...

Su relato Tio me recuerda lo vivido por mi Padre en 1960 cuando estaba atravesando el río Bio Bio, cuando vino el gran terremoto de esa época. También en ese tiempo colapso el puente, salvando mi papá providencialmente de caer a las aguas.
Hay coincidencias Tio en que después de 50 años, ambos estuvieron en Concepción enfrentando tal calamidad. Ademas, ambos acompañaron a la mujer hermana madre que Dios les puso en su destino.
Dios los cuida sin duda.

Un fuerte abrazo para mis tios queridos.