Mi sobrino Darío junto a mis dos hijos, Mario y Renato, más otros dos amigos que se les unieron, hicieron una incursión profunda en las selvas frías de los parques nacionales de la zona de la carretera austral de nuestro país, que incluyó entre otros, el Parque Nacional Alerce Andino, parques de Hornopirén y otros por el lado de Chiloé insular, lo que les dió oportunidad de afrontar las condiciones medio ambientales naturales tal como se les iban presentando, lejos de los centros urbanos. Es así como a ellos les gusta vincularse con la naturaleza en una aventura que les tomó varias semanas.
De vuelta convergimos y nos reagrupamos como familia en la gran fiesta familiar de Niebla, en donde los encontramos ya limpios y presentables porque llegaron unas horas antes que nosotros y gracias al apoyo prima Toña, pudieron recuperar su apariencia civilizada luego de una concienzuda ducha reconfortante en su casa. Aquí, en Niebla descansaron y compartieron con la familia por tres días, en que la alegría fue la tónica.
Una vez que esta fiesta concluyó, mis hijos deciden continuar junto a nosotros, y Darío por su parte determina continuar hasta Argentina, para asistir a una fiesta electrónica que se realiza todos los años en un lugar cercano a la localidad de “El Bolsón” más al sur de Bariloche, a donde asistirían otros conocidos de ellos, por lo que allá no le faltaría compañía. Conversando después con el, me narró que la experiencia fue increíble y que la pasó muy bien.
Decidido el retorno, siente ese llamado que a los hombres cuando somos jóvenes alguna vez nos llega, y nos conmina a queremos probar, decidió continuar por unos días solo, por lo que se separó del grupo por algunos días y llevo a cabo su propósito que le gratificó su condición de individualidad autónoma. Días después, cuando intenta a retornar a Chile, encuentra que en Bariloche no hay pasajes de retorno hasta tres días más y, alarmado, comprueba además, que no hay un lugar disponible para pasar la noche, por lo que cuando el día ya se iba, llega a una localidad cercana en donde consigue un cuarto compartido en que podía pasar la noche, el cual constaba de una dependencia amplia con varios camarotes, en donde además de el, solo había una persona. Este seria el lugar de una noche de suspenso en compañía de un sujeto siniestro que lo mantuvo en vela toda la noche, para verse obligado, por precaución, a retirarse apresurado y con sigilo antes del amanecer rumbo a la frontera con nuestro país, que estaba distante unos 40 km. Pasan las horas caminando, haciendo dedo y nadie lo lleva, comprobando que es un camino desprovisto de todo asentamiento humano, sin ningún lugar en el que descansar ni aprovisionarse de nada, por lo que, resignado determinó que solo debía continuar caminando.
El día sigue avanzando, el frío matinal da paso al calor intenso del medio día, las horas caminando son muchas y el cansancio comienza a sentirse, y ningún vehículo lo lleva. Comenzando a sentir fatiga, alarmado comprueba que por la precipitada salida desde donde pernoctó, no se preocupó de abastecerse de provisiones ni de agua, pero ya no hay vuelta atrás y sabe que debe continuar adelante cueste lo que cueste y si la noche llega y es necesario dormir a la orilla del camino así lo haría, mientras ansiosamente con la mirada va escrutando las laderas vecinas en busca de señales de agua para calmar la sed que lo empieza a molestar insistentemente, a la vez que el estómago reclama por alimento. Para alejar los pensamientos alarmantes, concentra su mente en el esfuerzo de la caminata que no debe cesar, ante la indiferencia de los vehículos que hacen caso omiso a sus pedidos de transporte, mientras el sol sobre su cabeza arde inclemente, acrecentando la fatiga que ya comienza a hacer tambaleante su marcha. Es en estas ocasiones es en donde se prueba la resolución de las personas- piensa-, y en este caso no se dejaría vencer por lo que seguirá adelante hasta lograr el objetivo. En su cabeza comienza a abrirse paso la conciencia de lo serio de la situación en que se encuentra, por lo que su mente, inquieta por el temor, en un momento de expansión conciente, comienza inadvertidamente a utilizar a otros canales que están latentes ahí, en los mundos internos, y comienza a pedir que una situación milagrosa de produzca para poner solución a la aflictiva situación en la que se encuentra. Así mientras la voluntad resuelta lo llevaba a mantener el tranco sin cejar uno tras otro, pese a la fatiga que se va incrementando y el calor que lo va agobiando, mantiene en el pensamiento conciente, la solicitud de una resolución milagrosa de esa condición.
Desde la distancia se podía apreciar la solitaria escena en la que la oscilante figura de un mochilero de raftas rubias, de paso ya vacilante, bajo la inclemencia del sol en las soledades inmensas del vasto paraje cordillerano solo surcado a lo alto por las aves rapaces, con la única compañía de los insectos, algunas lagartijas y culebras que buscando el sol para calentarse durante la mañana, ahora comenzaban a huir buscando el refugio de las sombras para no calcinarse, con el silencio interrumpido por el rítmico golpeteo de sus pasos voluntariosos en el asfalto ardiente y los vehículos que continúan pasando indiferentes uno tras otro, sin ayudarlo, mientras las horas siguen sumando inclemencias sobre su figura asoleada, sedienta y extenuada, que con dificultad ya puede levantar el brazo para pedir que lo lleven, mientras continua mentalizando un milagro. De pronto, uno de los vehículos que pasó veloz junto a el súbitamente se detiene más adelante. Esperanzado de que su plegaria haya sido escuchada, corre hacia el vehículo, desde cuya ventana se asoma la cabeza de un joven que le grita mientras se acerca: ¿Parra?.. Síii, responde Darío llegando exhausto hasta el móvil detenido, para percatarse de que se trataba de su tío Nancho, de los Parra Fuentealba, que viajaba junto a su familia de regreso a Chile, quienes lo habían reconocido.
¿Qué probabilidades hay de que esto haya ocurrido por casualidad? Por cierto inmensamente bajas. Lo concreto es que sucedió, y una vez más se dió que la sangre fue determinante para que la familia que echamos de menos en la reunión familiar que pocos días antes se había producido, en un momento en que uno de nosotros verdaderamente lo necesitaba, por esa cosa misteriosa que posee, hizo que mi sobrino Hernán Parra, hijo de mi primo Nancho, que viajaba distraído de regreso de sus vacaciones viendo como el paisaje transcurría veloz y monótono tras el cristal de la ventana del vehiculo en el que viajaba, en un país extranjero, determinara instantáneamente luego del vistazo fugaz de la figura solitaria que paso como exhalación por su campo visual, que poseía algo que le resultaba definitivamente familiar, por lo que sin vacilar hizo detener el vehiculo en el que viajaba, para así constatar que efectivamente su visceral percepción, era correcta y que el fatigado caminante era verdaderamente uno de los suyos.
Gracias a eso mi sobrino Darío, pudo llegar a pronto y a salvo a su terruño, con grandes lecciones aprendidas que deberán ser reflexionadas en profundidad, y que hacen que hoy sea un más grande y mejor Parra, candidato serio a ocupar los futuros elevados cargos de responsabilidad Artemoniana que la vida y la familia lo empujara a ocupar, al igual que el otro sobrino, Hernán Parra que lo reconoció y que demostró que es de los mismos.
Grandes sobrinos, futuros Artemones
Un Artemon
Corrección ortográfica y tipográfica, otro Artemón