Carta a mi primo Javier
La mirada, sumergida en el sobrenadante. Translucido, opalescente, ambarino, color oro, brillante caramelo, no se, quizás el color mezclado del jugo de naranjas con azúcar , unido al que las ciruelas negras del lleno le transmitió, mezclado con los aceites constitutivos del ave, fundidos a altísima temperatura. Era un hermoso y resplandeciente espectáculo, ver esta capa flotante de tan bellos destellos de colores, transparente , nacarado y brillante, que dejaba ver el fondo sustancioso mas denso de la salsa. Que momento de inspiración, la de Nelson, el aprovechar los jugos residuales para confeccionar esta regia salsa, en cuyo espeso fondo permanecían sumergidas las ciruelas negras que Amparito puso en el interior de las aves. Tome la cuchara, y la sumerjo en este glorioso menjunje, y saco una generosa y humeante porción, que esparzo sobre el suculento trozo de pato que yacía en mi plato. Era un trozo de pechuga, extraída de la mayor de las aves, que había sido, colocada en una fuente de greda de Pomaire, con la que hizo ingreso en el profundo e hirviente vientre, voluptuoso y lujurioso, de mi horno de barro, que desde el día anterior esperaba preparado para cumplir con su cometido, alimentado por la lenta combustión de las maderas nativas de mi hogar, como Peumo, Canelillo, Litre, Boldo, que le habían transmitido el delicioso toque aromático con que se impregnan todos los alimentos que han tenido la fortuna de conocer sus profundidades. Ahora era el turno de los dos gordos patos de crianza casera, provenientes de Valdivia, que la Toña, le había traído a Nelson, luego de saquear el congelador de su esposo Conrado. La temperatura era optima, como indicaba el crepitar de la fusión de sus jugos mientras se cocinaban. Nelson por su lado, preparaba el jugo de naranjas con bastante azúcar, a la vez que recordaba mientras me contaba un viaje a San Francisco, California, en el "China Town", lugar en el que vio colgado unos patos recién asados , dorados y brillantes que nunca pudo olvidar. "Pato Laqueado" se llamaba la receta y que el ahora, pretendía conseguir de ese modo con esta pócima, por lo que concienzudamente se dedico a mojar y remojar con este brebaje, la pieza objeto de nuestra lujuria, hasta que finalmente, cuando por fin se completo la cocción, y una vez retirada la fuente desde las entrañas del horno, pudimos apreciar el bello, espectáculo de este regio espécimen de ave colocado en el fondo de fuente, de greda pomairina, dorado, brillante, agalletado , suculento.
Ah, que glorioso espectáculo, ver a mi primo, cortando y trozando el ave, en medio de las emanaciones vaporosas impregnados de aromas , no posibles de describir, mientras a un costado , esperaba la salsa hirviente recién terminada, mientras mas allá, Amparito dada los últimos toques al puré de manzanas verdes con que acompañaríamos este almuerzo, hasta que finalmente , llego la hora, y mi paladar toco la gloria .
No es posible, ni siquiera esbozar un intento de describir los sabores agridulces involucrados en esta comida, sin poder tener un sentimiento de culpa, motivado por lo casi sacrílego de la voluptuosidad de sabores que en mi paladar, a modo de estallido, se habían desplegado, copándolo e invadiéndolo todo.
La mañana había transcurrido alegre, con solo nosotros tres, y pese a lo escaso del numero, había sido muy entretenida y jocosa, hasta que llego la hora de almorzar, y ahí estaba yo suspendido, con mi mirada puesta en el sobrenadante de la magnifica, y pecaminosa salsa, mientras era transportado a distantes universos , de aromas y sabores, internándome cada vez mas y mas en las casi irremontables profundidades de los sentidos del gusto, hasta que la conocida voz de Nelson me trae de vuelta a la realidad. ¡Por que se quedo callado primo!, me dice, y ahí nos dimos cuenta de que los tres no habíamos emitido palabra mientras almorzábamos, y ahora mientras volvía a la realidad, veía, frente a mi la ruma de blancos huesitos, pelados que quedo de esta comida. Fue tal el resultado de esta experiencia de los sentidos, que perdimos por algunos momentos la noción de el tiempo que circulaba a nuestro alrededor, Esta es la única manera que encuentro para tratar de describirte primo Javier, el resultado final de la experiencia con los mentados patos de los que habíamos conversaron durante la semana, y que como resultado , produjo que nosotros tres tuvimos una visión de lo que podría ser el cielo ¿te queda claro?
Con cariño, y sinceramente deseando que hubieses estado aquí, Mario Parra.
3 comentarios:
Precioso tratado acerca de la faena del Pato Asado.
Ante una descripción tan soberbia.
Si primo.. Me quedo claro
ummmm que rico
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