Una historia nunca contada
Juan Orlando recordó por enésima vez aquellos acontecimientos que lo mantenía en tensión por tanto tiempo y que terminaría por horadar su salud y el de su querida madre que se consumía a ojos vistas, si antes no se hacía algo al respecto. Ella le había pedido trasladar a su hermano Manuel Artemón al cementerio de Lumaco.
Su temperamento básico poco temerario le impedía tomar una decisión tan drástica, sin embargo, y después de convencer a su hermano Reinaldo, habían tomado aquella decisión tan radical, cual es la de trasladar cueste lo cueste a su hermano desde aquel nicho del cementerio militar de Traiguén, a la tumba que tenía la familia en su pueblo natal. Muchas solicitudes habían sido cursadas a la comandancia del regimiento para llevar a cabo aquel trámite, sin embargo, todas habían terminado en el fracaso.
A la salida de su trabajo en el hospital de Angol, se dirigió decididamente a un restaurante y mientras consumía un refrigerio repasó nuevamente sus pensamientos en torno a los acontecimientos que llevaron a la muerte a su querido hermano acaecida ya algunos años (entendía que aquellos problemas no debían ser llevados al seno de su hogar). A trece años de aquella tragedia, lo recordaba como a un agraciado joven de veinte y tantos, de uno noventa de estatura, y que con su presencia alegre y bromista conquistaba la simpatía de todos los que le rodeaban.
Finalizaba el año de 1939 y su padre se encontraba muy enfermo; difíciles tiempos aquellos; además en Europa se estaba desarrollando la guerra que sería la más cruenta que recuerda la humanidad y Manuel se desempeñaba como escribiente en el regimiento de Traiguén. Recordaba que a su hermano le gustaba lo que hacía y además de ser una salida rápida y caprichosa de salir de sus problemas, existía la promesa hecha a su amada madre en el sentido de que la carrera militar sería una buena posibilidad para consolidar su futuro y de paso alivianar los crecientes problemas económicos que aquejaban a la familia.
Una noche mientras estaba de guardia sorprendió en curso un robo de armas; trató de evitar aquello, lo amenazaron que debía callar, pero cumpliendo con su deber dio aviso a sus superiores; aquella situación no pasó a mayores e incluso se le trató de poner un manto de olvido. Aquellos robos se habían repetido ya en otras oportunidades. En realidad, aunque nuestro país apoyaba a los aliados y se rumoreaba una declaración de guerra a la Alemania, los militares de la época eran casi todos proclives a los nazis y desde muchos regimientos del país se estaban enviando armas de contrabando a Alemania para el sostenimiento de su guerra.
Durante varias noches, Manuel se había estado soñando con una urna grande y negra; aquello lo tenía muy preocupado y ese fin de semana que le tocaba estar de franco se lo comentó a su tía Prosperina-que vivía en Traiguén- quién trató de calmarlo diciéndole que eran sólo sueños. Algunos días después, fue invitado a una fiesta y contra sus deseos se vio obligado a asistir. Aquella manifestación era simulada y tenía un propósito cruel (en realidad era una estrategia emanada de la superioridad); allí circuló mucho alcohol y a altas horas de la madrugada dos militares haciéndose pasar por ebrios, le tendieron una trampa. Manuel que no acostumbraba a beber fue instado a llevarlos a sus respectivas casas. En el trayecto y con su propio yatagán fue apuñalado varias veces por la espalda y dejado agonizante en un oscuro callejón donde falleció tras atroces dolores.
Al día siguiente el diario “El Colono” de Traiguén tituló la noticia del asesinato, como un ajuste de cuentas por lío de faldas. Diez días después de aquel trágico acontecimiento falleció su padre lo que fue otro golpe duro para la familia.
Los asesinos fueron exonerados del Ejército. El abogado de la familia pese a la insistencia de estos bien poco pudo hacer ante el poder de la Justicia Militar. Posteriormente los asesinos fueron vistos en Santiago vestidos de Carabinero. Orlando y Reinaldo en su permanente seguimiento de aquellos, presentaron un reclamo por escrito ante el Ministerio de Justicia, quién cursó su baja inmediata de las filas de Carabineros.
Dejando de lado sus pensamientos, Juan Orlando se encaminó rápidamente a su casa con la finalidad de preparar el viaje y encontrarse al día siguiente en Traiguén con su hermano Reinaldo, para llevar a cabo los planes ya trazados en una reunión anterior. En el día elegido del mes de septiembre de aquel año de 1952, ambos hermanos ingresaron sigilosamente al cementerio y extrajeron el féretro ya podrido por el paso del tiempo y al tratar de pasarlo por encima de una pared alta de ladrillos aquel se rompió por un costado manchando con el fétido líquido la manta de castilla de Orlando; aquel olor pese a los intentos no desapareció jamás de aquella manta. El féretro fue trasladado rápidamente a un camión y llevado a casa para luego junto a la familia presente llevarlo hasta su última morada. Las tías Eliana y Gladys aleccionadas habían mandado a preparar la sepultura. Todavía es recordado por los testigos de la época que al colocar la urna en el foso, un ruido aterrador surgió desde el fondo haciendo pensar como que aquellos restos se desarmaban. Aquel ruido podía ser tal vez interpretado como parecido al de neumáticos sobre un camino pedregoso o como el sonido aumentado de las nueces al ser partidas.
Por fin la Mimí se pudo quitar ese peso de encima gracias a la audacia de Luis Reinaldo y Juan Orlando. Eran muchos los años derramando lágrimas y soportando aquel dolor que parecía acrecentarse en el correr del día a día.
Pocos meses después de aquel suceso, la tía Prosperina del Carmen sufrió un ataque cerebral permaneciendo ocho días en coma falleciendo en el Hospital de Angol. Ella no casó y fue una modista y bordadora de renombre, normalmente solicitada por la alta sociedad del pueblo de Traiguén, llamado en aquel tiempo el granero de Chile. Su casa fue lugar de llegada y estadía de la familia; aquello permitió sin duda alguna la educación de la generación de nuestros padres, por lo que se merece un lugar preponderante en nuestra historia familiar. Para la Mimí fue, en esa dimensión, la más cercana y querida de sus hermanas y también ¡que contradicción!, la más desconocida de nuestras tías abuelas. Fue sepultada en Angol por deseo de la tía Chela y muchos años después trasladada a Lumaco, al lado de nuestra Mimí.
Nano (un histórico)
Nano (un histórico)
7 comentarios:
Yo sabía solo que la muerte se debía a un lió de faldas.
Buena aclaración e historia Nano.
Que valentía de tu padre y el mio de hacer lo que hicieron
Nano, tu aporte es muy valioso para las nuevas generaciones.
Si hay una persona que me hubiera gustado conocer es a mi tío Manuel.
Mi padre tubo un enorme cariño hacia El, no en vano corrió su carrera más notable de su vida para encontrarse con su hermano mayor, en campaña con su regimiento.
Querido primate Nelson: Debes entender que lo del “lío de faldas” fue un montaje muy bien logrado por la Inteligencia Militar. Se trataba de conseguir que se pareciera a una pelea de borrachos donde estaba involucrado el amor de una mujer (es lo que se publicó en la prensa de la época), así y solo así, sería posible esconder el trasfondo de un gran problema, que era lo del robo y contrabando de armas con la consiguiente traición a la patria por parte del Ejercito de Chile, pues durante aquel conflicto bélico, Chile le declaró la guerra a Alemania. Nano
Gracias Primo, reiterando lo expresado por Claudio, tu aclaración es importante para nosotros como también para las nuevas generaciones.
La historia desde la verdad por ti contada adquiere un relieve especial y permite conocer la corajuda decisión de los Tíos.
Ejemplo de temple, valores y coraje.
Hay que ponerse en la perspectiva de aquellos dificiles y peligrosos años, en que los desquiciados grupos de apoyo a los nazis no trepidaban en desatar su violencia a quien osara intrerponerse en sus planes. Tio Manuel debe haberlo sabido bien, pero sus valores y sus pantalones muy bien pustos lo llevaron a cumplir con su deber, pese a lo peligroso de su acto, y años despues , sus hermanos Orlando y Reinaldo, demostraron que tenian tripas para rscatar a su hermano, al que habian buscado previamente vengar por medio de la justicia.
Muchos años despues , mi papa Ricardo, me confesaba que el, mientras estuvo en el regimieto, lo unico que pedia era una oportunidad de enfrentar a los asesinos para vengar la muerte de su hermano.
Todas estas acciones los mostraron dotados de el profundo valor y coraje de hombres bien nacidos, que no temian a las consacuencias, y que años despues, se expreso tambien, como la temeraria accion de proteccion de la prima Gloria por parte de papa y especialmente tio Tulio, en plena epoca tenebrosa de la dictadura militar de Pinochet, con la Dina desatada.
Quiza por eso Nano habla de la superioridad de esa generacion. Lo cierto es que ellos demostraron lo que eran, y por siempre, entonces,
constituiran un punto de referenciaq para nosotros.
Muchas gracias Nano
Mario
En el diario El SUR de la época. se escribió la noticia de que era una riña de ebrios.El tío Manuel no tomaba. Además en alguna parte está el escrito de todo el juicio y los nombres de los asesinos. Lo leí en Lumaco. Me dió tanta rabia e impotencia que la tía Eliana se asustó y prefirió guardarlo. Se supone que en el Juzgado de Traiguén debe estar el original. Junto a ese escrito estaba la hija de vida del Tio Manuel. Coincido con todos...me habría gustado mucho conocerlo. aunque.....imagínense no hubiese sucedido...más primos Parra jajaja.
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