viernes, 24 de julio de 2009

ENCUENTRO PARRA CHÁVEZ 2010 (Donde el círculo se cierra)


A 13.063 km de El Cairo
A 12.234 km de Roma
A 12.006 km de Paris
A 5.355 km de Caracas
A 5.252 km de Port au spain.
A 981 km de Coyhaique
A 867 km de Cachiyuyo
A 529 km de Puerto Montt
A 406 km de Santiago
A 369 km de Buin
A 357 km de Valdivia
A 353 km de Champa
A 220 km de Temuco
A 161 km de Lumaco
A 119 km de Angol
A 81 km de Los Angeles
A 48 km de Concepción
A 37 km de Chillán
A solo 18 km de distancia física y, aproximadamente, 120 años de distancia temporal
5 generaciones después, desde donde todo comenzó
Se encuentra el lugar de encuentro Parra Chávez 2010.

jueves, 23 de julio de 2009

Hay un día feliz. ---- Nicanor Parra

Al leer esta poesía , no pude evitar un estremecimiento al imaginar que podría ser mi padre o cualquiera de sus hermanos que retornaba a su Lumaco después de una vida de ausencias.
A los ingenieros de la familia, especialmente los eléctricos para ayudarlos,les sugiero que dejen a un lado los inmutables andamiajes que cercan su imaginación y traten de sentir lo que el tiempo sin bordes ni descansos, me susurro hoy al oído y vuelen con su imaginación y traten de sentir el aire viejo con olor a moho de los rincones sombríos, el ruido de puertas con bisagras oxidadas, y caminos polvorientos, con niños descalzos de pantalón corto que vuelan a los mandados, mientras mujeres de pelo tomado , tienden la ropa o tejen bordados.
Y lo mejor, lo escribió un Parra


Mario Parra


Hay un día feliz


A recorrer me dediqué esta tarde
las solitarias calles de mi aldea
acompañado por el buen crepúsculo
que es el único amigo que me queda.
Todo está como entonces, el otoño
y su difusa lámpara de niebla,
sólo que el tiempo lo ha invadido todo
con su pálido manto de tristeza.
Nunca pensé, creédmelo, un instante
volver a ver esta querida tierra,
pero ahora que he vuelto no comprendo
cómo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
en la torre más alta de la iglesia;
el caracol en el jardín; y el musgo
en las húmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, este es el reino
del cielo azul y de las hojas secas
en donde todo y cada cosa tiene
su singular y plácida leyenda:
hasta en la propia sombra reconozco
la mirada celeste de mi abuela.
Estos fueron los hechos memorables
que presenció mi juventud primera,
el correo en la esquina de la plaza
y la humedad en las murallas viejas.
¡Buena cosa, Dios mío!, nunca sabe
uno apreciar la dicha verdadera,
cuando la imaginamos más lejana
es justamente cuando está más cerca.
Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice
que la vida no es más que una quimera;
una ilusión, un sueño sin orillas,
una pequeña nube pasajera.
Vamos por partes, no sé bien qué digo,
la emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
cuando emprendí mi singular empresa
una tras otra, en oleaje mudo,
al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
y cuando estuve frente a la arboleda
que alimenta el oído del viajero
con su inefable música secreta
recordé el mar y enumeré las hojas
en homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. Seguí mi viaje
como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino,
me detuve delante de una tienda:
el olor del café siempre es el mismo,
siempre la misma luna en mi cabeza;
entre el río de entonces y el de ahora
no distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, éste es el árbol
que mi padre plantó frente a la puerta
(ilustre padre que en sus buenos tiempos
fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
era un trasunto fiel de la Edad Media
cuando el perro dormía dulcemente
bajo el ángulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
el delicado olor de las violetas
que mi amorosa madre cultivaba
para curar la tos y la tristeza.
Cuánto tiempo ha pasado desde entonces
no podría decirlo con certeza;
todo está igual, seguramente,
el vino y el ruiseñor encima de la mesa,
mis hermanos menores a esta hora
deben venir de vuelta de la escuela:
¡sólo que el tiempo lo ha borrado todo
como una blanca tempestad de arena!

Nicanor Parra

sábado, 18 de julio de 2009

DESPEDIDA

Un amigo de Mario me pidió que publicara esta despedida, debo aclarar que solo soy un instrumento para el firmante.

Mi muy estimado amigo Mario:
Desde hace algún tiempo es que no he sabido de ti. Estaba muy preocupado por tu salud.
Siempre recordaré nuestro momentos juntos cuando pasábamos ratos muy agradables y comunicativos. ¿Te acuerdas de esas conversaciones donde me hablabasde tu hermosa vida con tu bellísima esposa y tus hijos simpáticos?.
Me conversabas de tus perros y tu casa acogedora donde llegaban tus parientes a preparar comida y beber algunas copas y donde lo pasabas muy bién. También recordaba de tus encuentros con el tío "As de oro" y las entretenidas tertulias que mostraban tu mejor alma de Parra.
¿Te acuerdas de las historias que contabas de tu juventud donde decías tener un primo que se te engomaba los fines de semana no dejándote oportunidad de visitar a tus amistades incluidas unas arácnidas por ahí?.
En otras oportunidades me conversabas de otro primo que los visitaba y lo despedían con cariñosos golpes y patadas, ese que estudió el la Fuerza aérea creo. Otros también los visitaban y eran muy bién acogidos en la casa de tus padres.
En otras oportunidades me hablabas de tus sinsabores de profesión, esas cosas que muestran partes humanas muy complicadas como las de cobrarles la cuenta.
Yo siempre te escuché con atención y siempre estuve contigo en las buenas y las malas.
Pero desde hace algún tiempo no sabía de ti, no me conversabas y me llamabas por teléfono y yo que te quería tanto no lo pude soportar y el otro día me encontré con otro amigo el "Checho" y me dijo que te habías retirado de las pistas y estabas viviendo una vida saludable y, eso fue lo que nunca esperé por lo que tomé una determinación definitiva en mi vida, que espero sea la adecuada.
Te envío mi última fota para que me recuerdes.

Tu fiel amigo.